sábado, 31 de julio de 2010

Ruin.

La desconfianza y el miedo pueden generar derrumbes totales o parciales. Nos miramos frente a frente y lo descubrí.
Cuando no se sabe, uno flamea en el aire, abandonándose a una brisa, un viento o un huracán. Puede venir tormenta y el agua ahogarnos, o golpearnos contra el suelo y asfixiarnos. Cuando uno no sabe que hacer con su vida cae en mecanismos, pequeños juegos de azar, obsesiones, entretenimientos diabólicos -no se asusten, el Diablo es apenas un calumniador, expresa la idea de ‘tirar mentiras’ o ‘tirar unas personas contra otras’-. Y esas obsesiones nos van carcomiendo, derrumbando, vulnerando toda integridad que pudimos conseguir en algún momento, incluso futuro. Las defensas nos hacen ingresar a un columpio, del que es difícil salir, moviéndonos apenas para no ser tocados por los demás, evitando acciones descarnadas, imperceptibles elementos cortantes que nos penetran el pecho y sangran, provocan dolor insoportable y verdad. No vemos el amor en el aire, ni siquiera a través de ese rayo de sol que nos esta atravesando a los dos. Escapamos del destino o lo seguimos. Tan inocentes como impuros, solo buscamos un camino, hacemos un camino, que a veces perdemos de vista y no nos dan las piernas para correr hacia atrás y volver. Dar tres vueltas al globo, o cuatro, siguiendo al sol como si fueramos a desaparecer sin él. Cae la noche y todo se oscurece, se empiezan a mover algunos escenarios de ficción. Maldecimos al tiempo y la vida y las ocupaciones equivocadas.
Todo es un calvario. No..