domingo, 13 de junio de 2010

Manías




Mi manía por saber si era para Julia, si era para Celia, si era para Carla; por qué debería ser para alguna de ellas, por qué no para Joaquín si después de todo –o antes- podían tranquilamente ser homosexuales. Manía por adivinar, confianza ciega en la intuición, percepción, aptitud detectivesca. Confianza que crecía en directa oposición con mi seguridad, la posibilidad de ser amada, de que no me cambien por nadie, factores que disminuían y casi tocaban el piso. Ya no creía en la mentira del amor, en la posesión del otro, tan egoísta, tan imposible, tan aburrida. Volvía a creer en las virtudes del vino y del ego, de compartir amores, de ser libres como el aire y aventurarse en almas y cuerpos. Y aún así tenerse.


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