lunes, 27 de julio de 2009

-Voy a dejar de dibujar ángeles.
-Vos sos un ángel.
-Ángeles en las paredes, en el techo, en los vidrios, en el aire. Odio a esos ángeles que aprendí a dibujar en el aire, con humo, con reflejo de las luces que conforman la silueta. Hasta de sombra forme los ángeles que ahora odio. La habitación se me inundo, la puta que lo parió, de ángeles que siguen flotando estúpidos como mis ojos en el medio de la oscuridad. De colores o de agua, me repugnan.
[Mama, yo sé que sos buena, ¿Por qué hablas así? Vos me decías que éramos ángeles. Y yo era feliz. Ahora no quiero jugar ni ver a nadie, mama, ¿por qué estas mala?]
- Si sos mi angel, o mi diablo (que es lo mismo). Que son hermosas esas figuras delicadas que dibujás. Fumando o con sudor en las manos, repleta de vino en la garganta, de todas las maneras te salen bien.
Perfecta en el monte Sinai, aún recuerdo cuando te vi borracha tratando de bajar y gritando, profiriendo los mas raros insultos que combinabas con tus ojos de odio pero tan suaves, y tu boca abierta formando una figura, como de un ángel. Fue hace tanto. Todo eso porque te habían dejado, porque un hombre trotamundos te besaba y te dejaba, y a vos no te importaba, pero te gustaban tanto sus zapatos. Y yo te entendí tan rápido, porque a mi también me gustaban sus zapatos, y te llame ángel y me miraste con cara de fakiu, y te alejaste tambaleando.
-Tocan el timbre y tengo que cortar. Y después borrar todas estas manchas en las paredes, estos angelitos que ya están rabiosos y desfigurados muestran los dientes. Y el departamento se cae a pedazos, hay grietas en el techo, y mi repisa de madera debajo de la ventana está repleta de hormigas negras que cada tres semanas ponen sus huevos en un agujerito que hay en el yeso. Después resulta que yo tengo que limpiar todo ese liviano montoncito de porquería, de bulbos abiertos que ya cumplieron su propósito reproductivo.

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