miércoles, 26 de marzo de 2008
Reflexión sobre el blog y sus formas, figurando un diario -con la cronología temporal que eso implica-.
La disposición de este blog, el formato, resulta algo contradictorio para nuestra tarea. Lo pensé desde el día en que abrí la cuenta.
Me gustaría que al entrar a este espacio binario, los visitantes se encuentren con mi primer día, el día del Buffet. Es decir, en este diario los días se suceden de adelante para atrás, y lo que esta después es lo que estuvo antes. Lo primero es lo último. No es raro que en nuestra posmodernidad lo más reciente sea lo primero, lo más importante, y lo más viejo lo que va quedando eclipsado y en el olvido. Sin embargo, recomiendo leer lo aquí expuesto de atrás para adelante, de abajo para arriba.
Esas fueron mis intrucciones obvias del día.
26/03/08. 01:05pm.
La escuela de Bellas Artes, ahí apuntamos ahora. Eso me tranquiliza, apuntar, significa que tenemos una mirilla, un lugar en donde apostar. Un pie en tierra, aunque el otro siempre ande volando por lugares insospechados, siempre moviéndose dubitativo, arrastrado, perdido.
Tener un par de objetivos y esa pantalla a donde dirigir la mirada genera expectativas.
Ahora hay que saber preguntar, saber a donde dirigir las palabras, saber interactuar de manera satisfactoria con un desconocido, que ni siquiera sabemos si tiene lo que queremos encontrar, y si es que nos lo quiere contar. Me refiero a entrevistar. Para muchos seres seguros, o experimentados en el dialogo indagador se les hará tal vez fácil. Yo nunca entrevisté. Es algo completamente nuevo para mí.
La incertidumbre de lo que nunca hice me lleva a apoyarme en los que lo supieron hacer, y seguramente satisfactoriamente se dijeron a sí mismos, lo conseguí. Por eso leí bastante sobre esos textos que nos dan claves, que nos enseñan el género, -si es que se puede usar la palabra enseñar-. Ulibarri me dio algunas claves bastante buenas, y bastante lógicas también. El procedimiento, los pasos a seguir, la importancia de organizarse, de tener todo previsoramente planeado, de las sutilezas en el preguntar. Armarse un fondo de apoyo, para no estar solos en el momento de enfrentarnos con el otro. De alguna manera estamos solos, pero acompañados por nosotros mismos cuando estábamos menos nerviosos, en nuestras casas planeando los temas, imaginando la figura del otro, el tono de su voz, organizando las ideas. Nuestra propia presencia lejana, del antes, de hace unos días o hasta unas horas –tranquila, sólida, organizada-, acompaña a nuestra presencia real (el entrevistador en acción) –nerviosa, confundida y olvidadiza-; claro que es muy importante que esa presencia nos traiga también un papel soporte, algo que mirar. Y nuestra presencia futura está también ahí, en el grabador.
A mi entrevistada la tengo ya en mente, y dicen que nadie se niega a una entrevista, así que supongo que en unos días concretaré una cita. Sin embargo, hoy hablando de entrevistados con mi mama, le pregunté: Mama, a vos si te quieren hacer una entrevista, ¿Aceptás?, -“No”, me respondió. Y la verdad es que me reí, le dije: “Pero mama, ¿cómo vas a decir que no? Hay que colaborar!”. No me respondió.
martes, 25 de marzo de 2008
Borrame
Concienzuda, que fea palabra, la diría mi abuela. Pero mi abuela también sabe decir esas palabras que me parecen tan raras por estar tan distantes en el tiempo pero a la vez tan fabulosas. Todavía no entendí muy bien lo que es la conciencia, y menos lo que es ser una persona digna de ella, supongo que la conciencia es eso que nuestro cerebro por si mismo trata de eludir, y ahí es cuando nosotros amenazamos al cerebro, y así quedamos. Además la conciencia se mezcla con la ética, la conciencia ética, es en realidad el mismísimo sustento de la conciencia. Todo este palabrerío poco importa, porque, en fin, ni a mi me importa, ni siquiera me esfuerzo en decir algo inteligente. Lo que me importa dejar en este escrito es una reflexión, una inquietud, un pensamiento que tal vez su único fin sea intentar marcar límites, como todo, guiar comportamientos, decidir qué es lo que hay que hacer, y cómo hay que hacerlo.
¿Hasta donde podemos mirar a los demás y quien nos da el permiso?
¿Cuanto puedo yo escribir de una persona que conoci ayer? ¿Y que conoci hace 3 años? ¿Cuántas horas podría pasarme escribiendo sobre Stephen? ¿Cuánto de todo eso él me dejaría mostrar? ¿Cuánto me gustaría que Stephen escribiera sobre mí? Me encantaría que escribiera sobre mí.
Me parece que al que escribe le conviene hacerse el tonto, enmascarar las cosas. O remitirse a dar opiniones sin intentar describir la realidad. Nos la pasamos hablando de los demás, de conocidos y de completos extraños, de gente que ni siquiera sabemos si es real, de gente que aparece en los sueños. ¿Y cuánto de todo eso podemos escribir?
Por mí, sería ideal que nadie hable de nadie, que nadie busque nada, que nadie se conozca.
lunes, 17 de marzo de 2008
10/3/08. Mis espacios en blanco.
Las 11 de la mañana, me despierto con un mensaje que alguien me manda al celular. Me acuerdo de algo.
Mis espacios en blanco. Comenzaría este día lamentándome por mis circunstancias, pero acaso ya se me hizo una manía la autoinsatisfacción, la supuesta estrechez de mis posibilidades. Bla bla, el papel de víctima no me gusta, no lo encarno. No. Y sin embargo…
Los espacios en blanco son todas esas cosas que no hago. Todas esas que siento que tendría que estar haciendo, y así es como me cuesta hacer algo que me piden, como narrar una experiencia de una lectura, contar algún sentir, un momento de revelación, algo que me surgió al estar escribiendo alguna cosa. ¡Pero si yo no soy escritora! No soy cuando no quiero, cuando me abundan los espacios en blanco, se multiplican y me van invadiendo. Es todo un tema hacerte asiduo en algo, dejar de guiarte por los raptos de ganas que solo vienen cuando quieren, porque en definitiva ¿quién se maneja a sí mismo?
Voy a empezar por un recuerdo.
08/3/08. I. El buffet.
Ayer durante una hora me la pasé pensando preguntas para hacerle a mi entrevistado.
La cita era en
El comedor de