La escuela de Bellas Artes, ahí apuntamos ahora. Eso me tranquiliza, apuntar, significa que tenemos una mirilla, un lugar en donde apostar. Un pie en tierra, aunque el otro siempre ande volando por lugares insospechados, siempre moviéndose dubitativo, arrastrado, perdido.
Tener un par de objetivos y esa pantalla a donde dirigir la mirada genera expectativas.
Ahora hay que saber preguntar, saber a donde dirigir las palabras, saber interactuar de manera satisfactoria con un desconocido, que ni siquiera sabemos si tiene lo que queremos encontrar, y si es que nos lo quiere contar. Me refiero a entrevistar. Para muchos seres seguros, o experimentados en el dialogo indagador se les hará tal vez fácil. Yo nunca entrevisté. Es algo completamente nuevo para mí.
La incertidumbre de lo que nunca hice me lleva a apoyarme en los que lo supieron hacer, y seguramente satisfactoriamente se dijeron a sí mismos, lo conseguí. Por eso leí bastante sobre esos textos que nos dan claves, que nos enseñan el género, -si es que se puede usar la palabra enseñar-. Ulibarri me dio algunas claves bastante buenas, y bastante lógicas también. El procedimiento, los pasos a seguir, la importancia de organizarse, de tener todo previsoramente planeado, de las sutilezas en el preguntar. Armarse un fondo de apoyo, para no estar solos en el momento de enfrentarnos con el otro. De alguna manera estamos solos, pero acompañados por nosotros mismos cuando estábamos menos nerviosos, en nuestras casas planeando los temas, imaginando la figura del otro, el tono de su voz, organizando las ideas. Nuestra propia presencia lejana, del antes, de hace unos días o hasta unas horas –tranquila, sólida, organizada-, acompaña a nuestra presencia real (el entrevistador en acción) –nerviosa, confundida y olvidadiza-; claro que es muy importante que esa presencia nos traiga también un papel soporte, algo que mirar. Y nuestra presencia futura está también ahí, en el grabador.
A mi entrevistada la tengo ya en mente, y dicen que nadie se niega a una entrevista, así que supongo que en unos días concretaré una cita. Sin embargo, hoy hablando de entrevistados con mi mama, le pregunté: Mama, a vos si te quieren hacer una entrevista, ¿Aceptás?, -“No”, me respondió. Y la verdad es que me reí, le dije: “Pero mama, ¿cómo vas a decir que no? Hay que colaborar!”. No me respondió.
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