jueves, 10 de abril de 2008

Saludos cordiales

La ciudad a las 9 de la mañana, el pueblo de casas bajas y varios edificios en el centro, -que se multiplican con el paso de los años, y se van erigiendo sobre las casas bajas-, la vereda bañada de la luz protectora de un sol que se aproxima al cenit. La luz de la mañana no se compara, tiene una fuerza que ilumina especial, ilumina de costado, y además dura poco. Asi le gusta a J. caminar, me lo confesó, "los motores se sienten recién prendidos, no están gastados como a las 6 pm, las calles desprenden cierto sudor frío". Por eso le gusta salir a la mañana, aunque la mayoría de las veces está durmiendo y no ve esa luz, debe ser por eso que le gusta, porque es algo que hace poco. Hoy estaba ahí parada, en Mitre y Olavarría, arreglándose el pelo frente a un vidrio, lista para presentarse a la entrevista, nervios no tiene. Por momentos piensa que tal vez se le fueron para siempre, que ahora no le teme a nada, que hoy va a salir a manejar por toda la ciudad. Entró al lugar de la cita, habia tres personas esperando, tres hombres, casi ni la miraron. La recepcionista Julieta la recibió muy cordial, tal vez, J. se esperaba algo más tortuoso. La noche habia sido corta, 6 horas de sueño le hacían despertar con dolor de cabeza, sin embargo hoy estaba radiante.

En los últimos días había pensado mucho en las entrevistas, y en su rol de entrevistadora. Pero esta vez las cosas eran diferentes, la entrevistada era J., y las preguntas estaban prefabricadas, apuntaban a qué es lo que J. sabía hacer. Era por un empleo. "En ese tipo de entrevista no importa mucho lo que tengas para decir, porque lo que hay que responder es un secreto a voces –eso me molesta". M. le había dicho que no se fije en eso, que no importaba, "que sea linda". La entrevistadora se muestra ocupada en ir completando un formulario, las palabras que J. pronuncia son esperables, nada nuevo. No cambia mucho el hecho de que le diga que su hobbie es leer, escribir, escuchar música, la chica podría haber llenado igualmente el casillero con correr o jugar voley, aunque, aun con el poco sentido común que caracteriza a J., sabía que se hubiera sorprendido si la respuesta hubiese sido pensar…


[Fragmento de Historia sobre J., y su problemática sobre la vida social]

No hay comentarios: