Ya estoy andando el taller, y en el andar parece que uno va haciendo las cosas sin darse cuenta, y al detenerse y mirar atrás, uno piensa ¿Lo hice? ¿Hice bien lo que hice? Sería muy dificil responder a esas preguntas. En general pienso que todo lo que hago, podría haberlo hecho mejor. Creo que si fuera amiga de Carver, éste me despreciaría. Pero en definitiva, ¿puede alguien pensar que escribe lo mejor que puede?
Al comenzar el taller, me preguntaba si realmente se podía aprender a escribir, si no era una capacidad con la que ya veníamos de fábrica. Siempre el escribir me pareció algo muy envuelto de espontaneidad, de intuición. Sigo pensando que lo es, pero ahora también creo que el taller sirve, y mucho. El taller es el esfuerzo consciente de escribir, la obligación de hacerlo, dedicándole tiempo y trabajo a las palabras. El hecho de adquirir la práctica, de meterse en el mundo de los escritores, de conocer la estructura que hay detrás de una historia, del contar, cambia las cosas, hace que superemos el rango de aficionados. Y además de la escritura, uno va ejerciendo el trabajo de lectura desde el código de escritor, con la particularidad de que todo se vuelve vulnerable de ser analizado, y lo que antes leíamos inocentemente ahora lo desmenuzamos. En pocas palabras, el taller nos vuelve sagaces y tenaces, activos y con una mirada agudizada. Ya no hay lugar para miradas distraídas. El taller nos vive pinchando con un alfiler.
Mi escritura me gusta, y a veces la detesto. Últimamente creo que hay cosas que van cerrando en mi cabeza, siento que estoy encontrando un lugar y afianzándome en él, pero eso no quiere decir que muchas veces no me encuentre desbordada y sienta que realmente no puedo con la tarea, que no se escribir. Me parece que el hecho de ir escribiendo cosas posibilita a que cada vez lo hagamos mejor, que vayamos superando errores y cruzando barreras. Me parece una experiencia perfeccionadora. Que uno se va despojando con las cosas que escribe mal, como si fuera una catarsis, y ese paso, ese escribir mal del principio, es necesario para superarse y escribir mejor. Me estoy convenciendo de que hay bastante de prueba y error. En la entrega del primer bloque -bloque entrevista- no logré escribir como hubiera querido; me parece que habiendo hecho esa entrevista (que era la primera), la próxima vez podré hacerlo mucho mejor, porque no voy a repetir las cosas que ya se que hice mal o que no me gustaron, o dejaron conformes.
Además creo que como escritora –o aspirante a…-, tengo una forma trabajar, un tanto caótica pero la única que me funciona hasta ahora, que consiste en ir escribiendo palabras o frases sueltas, en forma de tips, ideas de lo que tengo en la cabeza, que al volcarlas en el papel, me van dejando ver un rumbo, y en base a eso voy encadenando las cosas y armando una cierta estructura. Pero tengo mis tiempos, y creo que se trata de un proceso cognitivo que lleva un tiempo determinado, bastante caótico e incierto, hasta que al fin, cierra. Pero cuesta.
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