martes, 24 de junio de 2008

La colección de arena de Italo Calvino se aleja lo suficiente de un ensayo académico –de lo más científico-, de modo que más bien parece pura subjetividad, percepción del autor, su abstracción ante lo que ve, ante su presencia física, que termina planteando una cuestión existencial que envuelve a Calvino y lo lleva a reflexionar sobre su propia vida, de manera tal que el texto llega a ser una reflexión sobre el mundo, la forma de percibirlo, la memoria, y la capacidad de retener la experiencia, la apropiación de los momentos y lugares, del tiempo efímero. Como si coleccionar arena permitiera “Guardar finalmente la sustancia arenosa de todas las cosas, tocar la estructura silícea de la existencia”.
Por momentos parece una crónica, en donde resalta la mirada del autor dentro de un escenario palpable –la muestra de coleccionistas-, el recorrido y los pensamientos que eso suscita, un ejercicio de mirar más allá de lo aparente, obtener significados ocultos, descifrar el significado oculto de la peculiar y misteriosa tarea de coleccionar cosas.
Coleccionar parece ser una metáfora de la incapacidad del hombre de retener/apropiarse/solidificar su existencia.
Calvino se toma un momento de reflexión al observar la exposición. Creo que se trata de los pensamientos que nos suscitan las cosas que vemos, de los pensamientos que me suscitan las cosas que veo, como cuando un libro o una película perturban. No estamos sólo observando algo, ¡estamos pensando! Todo el tiempo, estoy pensando, mientras escribo, es interminable e inacabable.
Ayer mientras miraba un film, el pasto en la pantalla que se movía de un lado a otro por el viento de manera escalofriante, abría otro universo de cosas en el fluir de mi pensamiento.

Aprovechar los disparadores…

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